Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En La Paz de antaño, donde
no existían más ruidos que pudieran interrumpir la tranquilidad del puerto que
el chirriar de las llantas de las carretas y el de la maquinaria de los molinos
de viento que extraían agua para regar las huertas. En nuestro antiguo puerto,
que alguna vez dio la bienvenida a Hernán Cortés, Sebastián Vizcaíno, Jaime
Bravo, Clemente Guillén; en esta ciudad que estaba floreciendo como la cabecera
del Territorio Sur de la Baja California, se plantó y creció una empresa que
durante muchos años, casi 146, dio trabajo y sustento a muchos paceños, además
fue proveedora de abarrotes, equipo para las minas, la pesca y el trabajo en
los ranchos, perfumería, porcelana, brocados y vestidos franceses y
estadounidense. Me refiero a la mundialmente famosa “La Perla de La Paz”.
Al hablar de esta tienda
departamental no podemos dejar de mencionar a la familia que la creó y
consolidó a través de los años: La familia Ruffo. Los fundadores de la familia,
los Sres. Antonio Ruffo y Josefa Santa Cruz, se avecindaron en esta ciudad a
partir del año de 1832, aunque desde hacía 4 años antes realizaban constantes
viajes a este puerto para comerciar abarrotes con los comercios que recién se
abrían. En el año de 1849 fallece el patriarca y como sus hijos estaban pequeños
no pueden hacerse cargo de los negocios y se nombran “agentes” para que los
apoyen mientras cumplen la mayoría de edad.
Fue en el año de 1860 que se
crea un negocio llamado “González y Ruffo”, conformado por la sociedad que
formaron al casarse Miguel González y Soledad Ruffo Santa Cruz, con el pasar de
los años esta sociedad se deshace y el negocio pasa a recibir sucesivamente
varios nombres: “Don Antonio Ruffo” y “Ruffo Hermanos”. En este comercio se
vendía infinidad de mercancías, lo cual se llevaba a cabo en mayoreo (para los
comercios situados en la ciudad o en poblados cercanos a ella) y menudeo (para
los pobladores de esta capital o aquellos que venían cada 15 días o cada mes de
las rancherías circundantes).
En el año de 1899, el
escritor J.R Southworth, realizó un interesante recuento, en su revista
titulada “Baja California Ilustrada”, de los artículos que se podían encontrar
en este comercio: “y aquí se tiene un surtido completo de toda clase de
mercancías generales, como son abarrotes, licores, cervezas, puros, telas,
sedas, efectos de mercería, de cristal y surtido general de útiles para
mineros, productos del país y extranjeros, semillas, harina etc. También hay
allí un surtido de toda clases de maderas”. Posteriormente se amplió la tienda
al incorporarle una panadería, la cual ofrecía un surtido y delicioso producto
que era muy solicitado en toda la ciudad y, una farmacia o botica.
El nombre con el cual se
conoció en el siglo XX a esta negociación, La Perla de La Paz, lo obtuvo, según
una interesante narración que realiza el Sr. Casimiro Gadea Orozco en su página
“navegantecalifornio.wordpress”, de una manera por demás imprevista y curiosa, y
a continuación damos cuenta de forma sucinta: En el año de 1883, los buzos Juan
Vacaseque Calderón y Antonio Cervera, ambos trabajadores de la empresa armadora
“González y Ruffo, S.A.” sacaron de un sitio de extracción cercano a la Isla
Espíritu Santo, una perla del tamaño de “un limón regular”, de una belleza
singular y de un oriente extraordinario. Al ser entregada a los dueños de la
empresa le ponen el nombre de “Carmenaida”, en honor a las Sras. Carmen y Adelaida
Ruffo Santa Cruz. Se dice que durante varios años estuvo en el aparador de la
tienda “Ruffo Hermanos” para deleite de los habitantes de esta ciudad así como
de los visitantes.
Durante uno de los
constantes viajes del Sr. Antonio Ruffo Santa Cruz a la ciudad de San Francisco
en E.U.A., mostró la perla al embajador de reino unido en ese país, Sir Anthony
Fein, el cual quedó altamente impresionado por la belleza de aquella joya.
Intentó comprársela sin éxito al Sr. Ruffo Santa Cruz, el cual en un acto de
gran desprendimiento decide regalársela al Rey Eduardo VII por intermedio de su
embajador. Según cuenta el relato, la corona que actualmente porta la Reina
Isabel II tiene engarzada en su parte frontal la mencionada perla, la cual fue
rebautizada con el nombre de “Great Lemon”. Y es así, en honor a esta hermosa
perla que fue obtenida de las aguas del Mar Bermejo y como un recuerdo de la empresa
perlera que durante varios años diera fama y fortuna a la Familia Ruffo, que a
partir de esa fecha se le llamó al negocio “La Perla de La Paz”.
El edificio que albergó a
este prestigiado negocio, inició su construcción en el año de 1907, y al
finalizarse la parte donde se encontraban las oficinas administrativas fue una
muestra de lujo y elegancia pocas veces vista en esta ciudad. Tenía arcos de
medio punto, balcones, pilastras con capitel, cornisas corridas, dinteles en
arco y rectangulares y muchos detalles más que hacían a todos los paseantes
detenerse a admirarlo. Lamentablemente, en el año de 2006, el 12 de octubre, un
terrible incendio dio cuenta con prácticamente todo el edificio así como la
mercancía que contenía. Debido al daño estructural tuvieron que demolerse las
paredes que quedaron en pie y solamente la fachada, sostenida por una
estructura metálica aún se puede observar en recuerdo de este soberbio
edificio.
Nada es para siempre, reza
aquel sabio refrán, sin embargo como seres humanos, llenos de sentimientos y
pensamientos contradictorios, quisiéramos que esta regla tuviera sus contadas
excepciones, como en este caso sería la legendaria “Perla de La Paz”.
Bibliografía:
CRÓNICAS DE MI PUERTO La Paz
1830-1959 - Rosa María Mendoza Salgado
LA PAZ, SUS TIEMPOS Y
ESPACIOS SOCIALES - Edith González Cruz, Ignacio Rivas Hernández y Francisco
Altable
HISTORIA Y FAMILIA
EMPRESARIAL EN EL NOROESTE MEXICANO: EL CASO DE LA FAMILIA RUFFO EN LA PAZ,
BAJA CALIFORNIA SUR (1828-2010) Tesis presentada por Cristina Ortiz Manzo
http://sudcalifornios.com/secciones/postales-de-bcs/item/tienda-la-perla-de-la-paz
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