Autor: Sealtiel Enciso Pérez
Para las generaciones que a partir de los años
sesentas disfrutábamos leyendo poesía y narrativa hispanoamericana, Mari
Benedetti fue guía y refugio de nuestras añoranzas y pesares. Sus poemas
profundos y cautivantes nos enamoraban y escuchar a Nacha Guevara o a Joan
Manuel Serrat cantar sus hermosos versos era tarea obligada en facultades
universitarias, noches bohemias o en reuniones de amigos. No cabe duda que el
mundo, desde que Benedetti saltó a la escena literaria ha cambiado, y lo ha
hecho para bien.
Mario Benedetti Farrugia nació el 14 de septiembre
de 1920 en el pueblo de Paso de los Toros en Uruguay. Desde muy joven se dedicó
a trabajar en diferentes oficios, en primer lugar para ayudar a la economía
familiar y sostener sus estudios, y posteriormente cuando se casó, a la edad de
26 años, con la que sería su gran amor durante 60 años de matrimonio, Luz López
Alegre, para mantener a su nueva familia. Durante su larga vida de 88 años
incursionó en los géneros literarios de la novela, poesía, periodismo y
dramaturgia. También fue político militante de izquierda lo que le valió ser
exiliado por las dictaduras militares genocidas que gobernaron por muchos años
su amado Uruguay. También incursionó con mucho éxito en la escritura de guiones
para películas (La ronda de los dientes blancos, La tregua, Dale nomás, Gracias
por el fuego y El lado oscuro del corazón). Escribió 8 libros de cuentos, 1
drama, 7 novelas, 41 libros de poesía, 22 ensayos, 12 artículos de fondo en
periodismo y grabó en 18 discos participaciones declamando sus poemas.
Dentro de la vasta lista de reconocimientos que le
fueron otorgados, sobresalen: la Orden Félix Varela por parte del Consejo de
Estado de Cuba, Premio Llama de Oro a su novela Primavera con una esquina rota,
otorgado por Amnistía Internacional en Bruselas, Medalla Haydée Santamaría por
parte del Consejo de Estado de Cuba, Profesor Honorario por la Universidad de
Buenos Aires, Argentina, Medalla Gabriela Mistral, Chile, Premio Especial
Bartolomé Hidalgo a su obra ensayística, Uruguay, Profesor Emérito en la
Facultad de Humanidades y Ciencias, Uruguay, Orden de la Democracia en el grado
Gran Cruz, por parte de la Cámara de Representantes de Colombia, Gran Premio
Nacional a la Actividad Intelectual, Ministerio de Educación y Cultura, Uruguay,
VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, España y muchas otras más.
Sin embargo considero que el mayor premio que se
llevó de este mundo el señor Benedetti fue el gran impacto que tuvo su poesía
en las mentes de los jóvenes que por más de 60 años las hemos recitado y
cantado.
Quien no hace ruborizar a su amada al recitarle
aquella parte del poema Hagamos un trato cuando dice “Es tan lindo saber que usted existe, uno se
siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque
sea hasta cinco no para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber a
ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo”. O cuando al
acariciar esas hermosas mejillas, se nos viene a la mente aquella parte del
poema Informe sobre caricias: “La
caricia es un lenguaje si tus caricias me hablan no quisiera que se callen. La
caricia no es la copia de otra caricia lejana es una nueva versión casi siempre
mejorada. Es la fiesta de la piel la caricia mientras dura y cuando se aleja
deja sin amparo a la lujuria. Las caricias de los sueños que son prodigio y
encanto adolecen de un defecto no tiene tacto. Como aventura y enigma la
caricia empieza antes de convertirse en caricia”.
Recuerdo que cuando cursaba mi estudios en la
Escuela Normal Urbana, me sentía muy triste y frustrado, acababa de sufrir un
desamor, de esos que uno cree imposibles de recuperarse para toda la vida,
cuando desganado leí el poema No te salves, me ayudó a salir de
este estado y dejó una honda huella que recuerdo hasta hoy:
“Pero,
si pese a todo no puedes evitarlo
Y congelas el júbilo y quieres con desgana
Y te salvas ahora y te llenas de calma
Y reservas del mundo solo un rincón tranquilo
Y dejas caer los párpados pesados como juicios
Y te secas sin labios y te duermes sin sueño
Y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo
Y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas
Entonces
No te quedes conmigo”
Y a quien de mi generación no le vibró el ser y el
alma al escuchar a Nacha Guevara, esa cantante argentina, flacucha, de nariz
aguileña, ojos negros y de mirada profunda, con una voz desafinada pero cargada
de sentimiento genuino, que cantaba esa hermosa poesía de Benedetti, Te
quiero:
“Tus manos son
mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la
justicia. Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle
codo a codo somos mucho más que dos. Tus ojos son mi conjuro contra la mala
jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro. Tu boca que es tuya
y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía. Si
te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos. Y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu
llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero. Y porque amor no es aureola ni
cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola. Te quiero en
mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos”.
Y no quiero cerrar esta remembranza, que más parece
una elegía, sin recordar aquellos hermosos versos que cantara Serrat a Benedetti
y son parte de la poesía El sur también existe:
“Pero
aquí abajo… abajo, cerca de las raíces, es donde la memoria ningún recuerdo
omite, y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven, y así entre todos
logran lo que era un imposible, que todo el mundo sepa que el Sur también
existe”.
Gracias Maestro Mario Benedetti, porque llenó de esperanza a
millones de jóvenes que no la teníamos, que hizo palpitar de orgullo a nuestros
corazones por ser “del sur” y ser de la América criolla, de esa América a la
cual perteneció y pertenece y de la que nos hizo sentir orgullosos. Puede
descansar en Paz, que aquí sus versos quedan.
Bibliografía:
El Mundo Libro, (2001). Biografía de Mario Benedetti.
Benedetti, M. (2017). La tregua.
Benedetti, M. (2011). Antología poética.
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