Con la llegada de Juan María de Salvatierra y sus hombre a la California se suscitaron varias anécdotas, algunas tristes, otras chuscas y otras más que podemos calificar como interesantes. Todos estos sucesos quedaron registrados en el epistolario tan prolífico que nos legó este sacerdote y que afortunadamente ha podido sobrevivir hasta nuestros días. Uno de estos sucesos interesantes fue el encuentro que tuvo con un Californio el cual se encontraba gravemente enfermo.
Salvatierra nos cuenta que el primer encuentro que tiene con este Californio fue el día 29 de octubre de 1697 como al medio día. Este Californio llega al poblado que se estaba formando, Loreto, acompañado de algunos otros naturales. Por su porte y forma de hablar se reconoció que era un "cacique" e incluso sabía pronunciar algunas palabras en español como por ejemplo "almilante" con el cual se refiere al jefe militar del sitio. Cuando lo llevan ante la presencia de Salvatierra, de inmediato le pregunta por "Matías, Eusebio y Juan", refiriéndose indudablemente a los 3 sacerdotes jesuitas que años atrás habían permanecido en la Misión de San Bruno (Eusebio Francisco Kino, Matías Goñi y Juan Bautista Copart). Después de hacer el intercambio de respuestas y cortesías, Salvatierra repara en la fisonomía del Californio el cual se encontraba, al igual que los demás hombres de estas tierras, completamente desnudo. Nos dice en sus escritos "nos hizo ver la grave enfermedad que el pobre tenía, pues ya tenía comida del cáncer cuasi toda una parte del cuerpo."
Conforme este cacique convive en el poblado con sus habitantes les hace saber que llevaba el nombre de Dionisio y sabía decir "Santa María ora pro nobis" sin embargo sus conocimientos sobre la doctrina católica eran casi nulos por lo que se infiere que aprendió estas palabras al observar y escuchar a los sacerdotes mientras daban catecismo y durante la misa. Salvatierra comenta que "asiste a la doctrina con muchas señales de predestinado" mostrándose de buenos sentimientos y muy acomedido para ayudar en todo lo que se le pedía, aún con sus limitaciones físicas y de salud.
Fue tanto el aprecio que tuvo Dionisio por los colonos que al enterarse que la ranchería de los Monquis se estaba gestando un movimiento de guerra que pretendían tomar por asalto el poblado y robar todo el alimento que tenían, de inmediato se lo contó al sacerdote Salvatierra con el fin de que tomara las providencias necesarias. Salvatierra nos narra cómo se fue agravando el estado de este cacique: "En este ínterin iba creciendo la enfermedad del cacique que, gentil, se llamaba Dionisio, teniendo comida del cáncer ya casi del todo una parte del cuerpo y empezándole a entrar en las tripas. Habíanse dispuesto en todos los días antecedentes para el santo baptismo, y, así, con consuelo de todos se baptizó el día 11 de noviembre y se llamó Manuel Bernardo Ibó, significando esta palabra ibó el sol."
Tal como Manuel Bernardo advirtió a Salvatierra el 13 de noviembre los hombres de las rancherías de los Monquis, didiús y edúes cayeron sobre los colonos con el propósito de asesinarlos. Afortunadamente gracias a las previsiones que tomaron los soldados y Salvatierra lograron repeler la agresión.
Conforme la enfermedad de Manuel Bernardo Ibó fue avanzando Salvatierra menciona el siguiente episodio "Al ejemplo de el cacique enfermo baptizado dos días antes –ya hoy día quedó oleado– piden muchos de ellos el santo baptismo y se les responde que cuando sepan bien la santa doctrina se les dará. Mas el cacique enfermo pidió que se baptizasen (sus) dos hijos, el uno de ellos de cuatro años (y el) otro de ocho, y se dejó este segundo hasta que supiese bien la doctrina y se baptizó el más chico, dándosele el nombre de Bernardo Manuel, como a su padre, adelantando y posponiendo el segundo nombre. Y con eso logró sus cristianísimos deseos el señor conde de Moctezuma, virrey, y la señora duquesa de Sesa, su esposa, que pidieron estos dos primeros nombres para los primitivos cristianos de este reino de Californias."
Esta fue la última nota que escribió Salvatierra de este cacique, seguramente en poco tiempo después murió a consecuencia de su enfermedad.
Bibliografía:
Carta de Salvatierra al padre Juan de Ugarte - 27 de noviembre de 1697.