ENTRE LA ESCUADRA Y EL CARDÓN. NOTAS PARA LA HISTORIA DE LA MASONERÍA EN B.C.S.
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
El presente documento fue en el que presenté cuando fui amablemente invitado por la Mtra Elizabeth Acosta Mendía, en ese entonces Directora del Archivo Histórico Pablo L. Martínez, para dar mis impresiones sobre este maravilloso libro de mi buen amigo Gustavo de la Peña.
"Hace ya más de 6 meses que
mi buen amigo Gustavo de La Peña me solicitó el que hiciera el prólogo de su
libro. Cuando me lo comentó me dijo que mucho le agradaría que un miembro de la
masonería sudcaliforniana lo hiciera y puesto que yo formaba parte de la Orden
me solicitaba lo hiciera. Este honor me tomó desprevenido totalmente, sin
embargo siempre me han gustado los retos y la Masonería es parte de mi vida,
por ello acepté gustoso y de inmediato me sumergí en la gran aventura que
significó leer su libro.
En primer lugar quiero
felicitar al autor ya que es el primero en escribir un libro únicamente
enfocado a la Masonería en la California del Sur. He leído otros libros que
tratan de forma tangencial el tema, y por cierto muy bien tratado, como son
Gilberto Piñeda Bañuelos, Rosita Mendoza de Uribe y el Profr. Gilberto Ibarra Rivera,
sin embargo los datos que se consignan en esta obra son enfocados totalmente a
hechos que tuvieron que ver con el devenir de la masonería en nuestro estado y
ciudad.
La llegada de la masonería a
México se dio en fechas tempranas, con la llegada de los primeros cortesanos de
la audiencia de México. Seguramente varios de ellos, hombres ilustrados, fueron
iniciados en Logias de España o Inglaterra. Sin embargo su filiación
francmasónica no la daban a conocer debido al temor de ser sometidos a juicio por
la tristemente Inquisición de la Iglesia Católica y ser condenados no sólo a la
cárcel y la pérdida de sus bienes, sino a una serie de tormentos que por lo
general desembocaban en ser quemados públicamente. Con el paso del tiempo y la
colonización de nuevos territorios para el Virreinato de la Nueva España, las
logias asentaron sus edificios en esta tierra y sus integrantes se
multiplicaron. Es aquí cuando se establecen los ritos escocés y yorquino, en
las Logias del país, y forman parte fundamental de los movimientos de
independencia nacional así como de la integración de las instituciones de la
naciente República de México.
El primer francmasón
reconocido que llegó a estas tierras de la California fue el visitador del
Virreinato de Nueva España y miembro honorario del Consejo de Indias Don José
de Gálvez y Gallardo, Marqués de Sonora, en el año de 1768. Venía con la
instrucción dada por el propio Rey Carlos III de España, de reunir a los
jesuitas residentes en la California y llevarlos hacia su destierro rumbo a
Europa. Muchas fueron las acciones que realizó este personaje para
encumbramiento de la Corona Española, entre ellas sobresale la colonización de
las tierras fronterizas al norte de la península de California y que
actualmente integran el estado de California, EUA. En esta odisea lo acompañó el
célebre sacerdote franciscano Fray Junípero Serra, así como un grupo de
valerosos miembros de esta orden.
La primera Logia masónica de
nuestro Territorio de la California del Sur data de mediados del siglo XIX en el
poblado de El triunfo, la cual llevó el nombre de “Obreros del Progreso”. Al
parecer sesionaban en una casa de alguno de sus miembros pero se desconocen más
datos. En esta ciudad de La Paz se conformó la primera unión regular de
hermanos masones de diferentes nacionalidades y lugares de procedencia el 22 de
septiembre de 1869 y esta Logia llevó por nombre “Los fieles obreros de la Baja
California No. 1”. La mencionada Logia aún sigue en funcionamiento y tiene su
sede en un templo ubicado en la esquina de las calles Independencia y Aquiles
Serdán, a un costado de la Catedral.
La masonería moderna, la
surgida a partir de 1717, ha tenido grandes desencuentros con todas las
instituciones que promueven la afiliación de sus integrantes al seguir dogmas e
imposiciones que los hacen abdicar de su libre derecho de pensar. Este
conflicto derivó en la bula papal llamada “In Eminenti Apostolatus Specula o In
Eminenti” promulgada el año de 1738 y en la cual excomulga a cualquier católico
por el hecho de pertenecer a la Francmasonería. Esta postura cerrada y
atentatoria a los derechos humanos de los integrantes de la Logia, poco o nada
nos han hecho mella a los que estamos plenamente convencidos de los ideales de
la francmasonería al ingresar a ella. Esta leve brisa dogmática ni nos despeina
y nos hace lo que el “aire a Juárez” de tal forma que entre nosotros solemos
decir “soy masón, gracias a Dios”.
Específicamente los
desencuentros entre los Masones y la jerarquía católica han surgido de las
siguientes situaciones:
1.
Como
una emancipación de aquellos seres humanos que están sometidos por las amenazas
y anatemas lanzadas desde el púlpito para que sigan soportando injusticias y
atropellos en sus personas y sus derechos.
2. Por defender los ideales de libertad e igualdad
entre las naciones. Con lo que se cuestiona el maridaje entre la curia católica
y los que detentan el poder político en las naciones y que obligan a creer a
sus ciudadanos que soportar las tiranías de sus reyezuelos o dictadores es
obedecer lo que “Dios manda” y que el sufrimiento que tengan aquí en la tierra
les será “pagado con creces en la otra vida”.
3.
Por
exhibir los excesos y atropellos en los que viven algunos integrantes de la
jerarquía católica, así como de la impunidad que los rodea al estar solapados
por las personas y las instituciones encargadas de aplicar la ley.
En el caso de este libro que
nos presenta Gustavo de la Peña, se hace referencia a través de diversos
documentos de la época en que ocurrieron (1875 a 1876) los abusos y atropellos
del obispo del Territorio, Ramón María de San José Moreno y Castañeda y que
tuvieron que ser enfrentados con el estado de derecho que debían de imponer los
Jefes militares y políticos de aquel entonces, Bibiano Dávalos y su sucesor el
Gral. de División Máximo Velasco Velásquez. Es importante que el lector tome en
cuenta que en la época en que los hechos narrados acontecieron, hacia menos de
20 años que Juárez había promulgado las Leyes de Reforma, las cuales suprimían
los fueron eclesiásticos de los ministros de la religión católica. En nuestra
Capital de La Paz había una gran efervescencia de la francmasonería y muchos de
sus habitantes deseaban ingresar, e ingresaron, en sus filas. Es por lo
anterior que, al llegar el obispo Moreno y Castañeda, ya advertido de este
resurgimiento de la membrecía masónica se propuso atacar de forma sistemática a
sus integrantes y sus actos desde el púlpito de la Catedral de la ciudad.
En reiteradas ocasiones este
“hombre de Dios” atacó a los Hermanos Masones, a sus familias y sus actos
calificándolos de “funestos y amargos frutos. Manifestó su pena y repugnancia
por que el Templo Masónico estuviera cercano a la Catedral. Calificó de
impiedad y salvajismo los actos de los masones”, y muchas agresiones más. Ante
tales ataques y no pudiendo ya los masones de esta ciudad actuar con tolerancia
y fraternidad es que crearon el periódico “La Equidad” en el cual se dedicaron
a responder cada una de las agresiones recibidas por este Obispo.
Sin embargo la situación que
derramó la gota del vaso fue el desacato reiterado y descarado del Sr. Moreno y
Castañeda en contra de las prohibiciones que contemplaba la ley de cultos
religiosos. Estos delitos fueron: portar el hábito religioso fuera de la
iglesia y realizar eventos propios del culto religioso en lugares públicos. Los
jefes militares Dávalos y Velasco lo conminaron verbalmente en reiteradas
ocasiones solicitándole mesura y respeto a las leyes, sin embargo el Obispo
Moreno se negaba a acatarlas. Es por ello que en varias ocasiones fue detenido
y encarcelado e incluso obligado a pagar altas multas de hasta 200 pesos a
cambio de su libertad. El obispo siempre negó tales acusaciones y dio versiones
de una conjura masónica para calumniarlo y buscar su destierro.
Filemón C. Piñeda, destacado miembro de la masonería decimonónica en sudcalifornia
También el mencionado
prelado fue acusado de sustraer diversos objetos de culto religioso de las
iglesias de San José del Cabo y Todos Santos con el fin de ser fundidas en el
poblado de El Triunfo. Tales sucesos fueron dados a conocer por vecinos de estos
lugares que presenciaron estos hechos e incluso uno de ellos aseguraba que el
Obispo tenía “aventuras amorosas por los pueblos de su diócesis”. Todo este
desaguisado culminó con la expulsión del territorio de Baja California del
Obispo Moreno y Castañeda, el cual se fue sumamente enojado e hizo del
conocimiento del Vaticano su versión de los hechos. Este belicoso hombre
falleció 4 años después en un poblado de Tlaxcala.
Espero que este breve
escrito sea un punto más que motive a todos los aquí presentes a leer este
hermoso libro y sobre todo a incursionar en los pasajes históricos de nuestra
Sudcalifornia. Esta tierra surgió al mapa del concierto mundial de la mano de
los sacerdotes jesuitas, sin embargo la masonería asentó sus reales en esta
tierra maravillosa y también llegó para quedarse. Justo es que ambas
instituciones encuentren puntos de tolerancia y convivencia".