DIEGO HURTADO DE MENDOZA, UN ESPAÑOL TRAS LAS PERLAS Y EL ORO DE LA CALIFORNIA.




Autor: Sealtiel Enciso Pérez

La California dormía el sueño de la tierra cálida, en donde el tiempo no tenía razón de ser y en donde sus habitantes gozaban de la paz y la tranquilidad que da el buscar sólo el contento del cuerpo cuando tiene hambre y sueño. Sin embargo lejos estaban de imaginar que en la primera mitad del siglo XVI, su sueño empezaría a ser perturbado por unos hombres avariciosos y barbados que buscaban “el oro y las perlas” que sus calenturientas y perdidas mentes les hacían creer que reposaba en su seno.

Una vez consumada la caída del poderío azteca de Tenochtitlán, en el año de 1521, Hernán Cortés envía a un grupo de españoles leales para que investiguen sobre los recursos de los cuales podían echar mano y que se hallaban al occidente de la tierra recién conquistada: La Nueva España. Se piensa que los primeros informes que tuvo Cortés, y que le hicieron pensar que podría haber “oro, perlas o piedras preciosas” en el occidente del imperio azteca, fueron proporcionados por la gente del emperador los cuales afirmaban que en aquellas tierras había un lugar llamado Cihuatán o Cihuatlán en donde sólo vivían mujeres y en cuyas ciudades abundaba el oro.


Algunos aseguran que el propósito de los informes que recibió Cortés por parte de los indígenas era buscar que se alejara de sus tierras y pretender el dominio y la satisfacción de su codicia fuera del imperio azteca. No hay que olvidar que Hernán Cortés vivió en una época en donde los animales míticos y las ciudades construidas de oro y joyas, eran una realidad incuestionable, por lo que al tener estos vagos informes no dudó en lo más mínimo en emprender el descubrimiento de estos sitios. Finalmente el interés de los conquistadores españoles obedecía a un fin práctico: el Rey de España, Carlos V, estaba informado que 1 años antes, en 1520, el explorador Hernando de Magallanes, había encontrado una ruta para rodear la tierra que se interponía entre Europa y “La Especiería” (India, Japón y China), por lo que era una prioridad conquistar esta ruta y las tierras que en ella se encontrasen para acceder a las riquezas que representaba el comercio de “especias”.


Fue en el año de 1523,donde uno de los exploradores que envió a la región de “Alimán, Calimonte y Cehuatán” (lo que comprende actualmente las costas de Jalisco y Colima), le lleva informes “de una isla poblada por mujeres, sin varón ninguno, y que en ciertos tiempos van de la tierra firme hombres, con los cuales hay acceso, y las que quedan preñadas, si paren mujeres las guardan, y si son hombres los echan de su compañía; y que esta isla está a diez jornadas de esta provincia, y que muchos de ellos han ido allá y la han visto. Dícenme así mismo que es muy rica de perlas y oro”. Inmediatamente Hernán Cortés envía informes al Rey, en donde le da cuenta de estos descubrimients pero además inserta algunas ideas en las que creía, como son las “míticas amazonas” así como lo escrito en el libro “Sergas de esplandián”, que habla de una isla de nombre California, poblada de mujeres y en donde había mucho oro.

Lamentablemente y muy a pesar de sus intenciones el inicio de la exploración de estas tierras tuvo que retrasarse por varios años. En primer inconveniente tuvo lugar en 1524. Fue un viaje a las Hibueras con el objetivo de castigar la traición de uno de sus capitanes, Cristobal de Olid. Posteriormente el Rey le ordena que enviara sus naves recién construidas en apoyo a las armadas de Frey García de Loaysa y de Sebastián Caboto que habían partido hacia las Molucas (Filipinas) y no se sabía de ellos. Finalmente y cansado de los obstáculos que le pone la Primer Audiencia de la Nueva España, decide viajar a España en donde consigue el permiso (Capitulaciones) del reinado de España para explorar y conquistar “La Mar del Sur”.


Regresa a la Nueva España y en el año de 1532, el 30 de junio, por fin ve culminado su sueño de enviar una expedición de descubrimiento y posesión de tierras en el Occidente de la Nueva España. Esta Expedición la puso al mando de Diego Hurtado de Mendoza, el cual era su primo pero además un navegante y militar con mucha experiencia. Los barcos en los que realizarían esta odisea eran el “San Miguel” y el “San Marcos”. Como primer punto de la travesía, las naves llegan a un lugar que hoy es el estado de Colima, y que entonces era llamado “Santiago de Buena Esperanza”. En el sitio adquieren los bastimentos que les hacían falta para viajar sin limitaciones. Posteriormente continúan su travesía y viendo que algunos depósitos de agua se habían vaciado, desembarcan en el “Puerto de Jalisco” (hoy San Blás) para hacer “aguada”. Al enterarse Diego de Guzmán, gobernador de esas tierras y acérrimo rival de Cortés, les ordena que abandonen inmediatamente el sitio. 

Diego de Hurtado continuó con su encomienda navegando hacia el noroeste, y es entonces cuando una tormenta hace presa de los barcos y los desvía mar adentro. Es aquí cuando avistan un conjunto de islas a las cuales nombre “Magdalenas” (las que hoy llamamos “Islas marías”), desembarcan en la isla más grande y toman posesión de ella en nombre de su Rey. Continúan su viaje y vuelven de nuevo a acercarse a las costas de la Nueva España, pero esta vez en un sitio cercano al actual Culiacán. La gente se encontraba agotada, desmoralizada pero sobre todo molesta porque no encontraban las ricas “ciudades de oro y perlas”, solamente pasaban hambres y penurias. De improviso surge un intento de motín el cual a duras penas puede controlar Hurtado de Mendoza; es aquí cuando decide que los amotinados se suban al barco “San Marcos” y regresen hacia el punto de donde habían partido. En el viaje de regreso la suerte les fue adversa, la mitad de ellos fueron capturados por Nuño de Guzmán y el resto al bajar en un paraje a tomar agua fueron asesinados por los indios de esa región como venganza a las crueldades que cometía con ellos Guzmán.


Hurtado de Mendoza continúa su travesía en el barco “San Miguel” y llega hasta la desembocadura del río Tamazula, en lo que hoy es el estado de Sinaloa. Ante la carencia de agua y provisiones, decide bajar del barco y con su gente adentrarse en esa región siguiendo el cauce del río. Solamente deja un pequeño grupo para que vigile la nave. Pocos kilómetros adelante, encuentran rastro de un poblado de indígenas y decide entrar al lugar para comer y tomar agua. Toman la decisión de  pernoctar en el sitio, pero eso sería lo último que hicieron. Sin tomar las previsiones debidas como dejar guardias armados, caen en un profundo sueño. Los indígenas los sorprenden y asesinan a todos. Al día siguiente se dirigen al barco y ultiman a los que se había quedado haciendo guardia.


Tal fue el triste final de estos hombres y el alto precio que tuvieron que pagar por ir tras un sueño. Sin embargo, ¿Qué sería de la humanidad si no hubiera este tipo de creaturas, arrojadas, perseverantes y con un deseo de poder a toda prueba? Este fracaso no amilanó en lo más mínimo a Cortés, el cual poco tiempo después ya preparaba la siguiente incursión en la búsqueda de la mítica “California”.

Bibliografía:
Cartas de relación de Hernán Cortés a Carlos V
Cartas y documentos de Hernán Cortés.
Historia de la Conquista de México – Francisco López de Gómara
Historia de la conquista de Nueva España – Bernal Díaz del Castillo
Hernán Cortés en el occidente de México – Wigberto Jiménez Moreno
Colección de documentos para la historia de México – Joaquín García Icalbalceta
Documentos Cortesianos – José Luis Martínez
El descubrimiento de California. Las expediciones de Becerra y Grijalva a la Mar del Sur – Julio César Montané Martín y Carlos Lazcano Sahagún.

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