THOMAS COCHRANE, UN PIRATA INDEPENDENTISTA





Autor: Sealtiel Enciso Pérez

En realidad Thomas Alexander Cochrane, X conde de Dundonald, Marqués de Maranhão (que era el nombre completo y nobiliario de nuestro personaje en comento), jamás pisó tierras sudcalifornianas. Sin embargo envió a varias de sus naves hacia nuestro territorio con el propósito inicial de proveerse de alimento y agua para hacer su viaje de regreso Chile. En ese entonces, independientemente de la persona que fuera al mando de los barcos, si éstos tenían un propietario que no fueran ellos, quedaban abanderados con su nombre y cualquier acción que realizaran se hacía con su apelativo, motivo por el cual se dice que “Thomás Cochrane” llegó y desembarcó en tierras peninsulares.

Thomas Cochrane era un experimentado almirante y político escocés que tuvo una gran cantidad de triunfos en ambas carreras, desafortunadamente su carácter rebelde, imprudente y arisco lo hizo enemistarse con una gran cantidad de personas poderosas en Inglaterra, las cuales al final lograron llevarlo a la cárcel y que su honor fuera mancillado hasta el punto de ser considerado como indeseable en su propio país. Sumido en una profunda tristeza viene a América a servir y conformar la Armada Naval de Chile bajo las órdenes del General San Martín. Posteriormente inicia una travesía por varias colonias americanas que luchaban por emanciparse de la corona Española. Estuvo en combates en Perú, Chile, Ecuador y Brasil, saliendo victorioso. Al final de sus días regresa a Inglaterra en donde se dedica de forma denodada y empecinada a recobrar su nombre y posición del cual había sido despojado años atrás. Con base a sus servicios prestados y a su gran capacidad la cual demostró hasta los últimos días de su vida llegó a ser nombrado Contraalmirante de la Marina Británica y recuperó todos sus títulos nobiliarios. Falleció en Londres el 31 de octubre de 1860, a la edad de 85 años.

Pero ¿Qué fue lo que empujó a Cochrane a venir a las tierras Mexicanas? Fue su deseo de buscar y eliminar los últimos vestigios de la armada española que aún circulaban por el océano pacífico. Fue el 6 de octubre de 1821 que zarpa con su escuadra compuesta por las fragatas “O'Higgins” y “Valdivia” (ex “Esmeralda”); la corbeta “Independencia”, el bergantín “Araucano” y la goleta “Mercedes”, llegando al puerto de Acapulco los últimos días del mes de diciembre de 1821. En ese entonces, en la novel nación Mexicana acababa de declararse la Independencia de la Corona Española, sin embargo su gobernante, Agustín de Iturbide, amigo de muchos españoles, ejercía el poder bajo el título de emperador. Es así como decide poner en asedio el puerto de Acapulco y aprisionar a las naves que aún seguían fieles al reino de España. El capitán del “Araucano” es hecho prisionero por las autoridades del puerto debido a que les había llegado un falso rumor de que la escuadra de Cochrane venía con intensiones de ejercer la piratería sobre las costas mexicanas, por lo que de inmediato se montó un operativo para repelerlo.

Fue en el mes de Febrero de 1822 que el mismo Cochrane llegó al puerto de Acapulco y enterado de la prisión que sufría el capitán de su barco decide enfilar los cañones de toda su escuadra naval sobre las defensas del puerto, dispuesto a atacar con todo su arsenal en caso de no ser recibido “amablemente” y avituallado por parte de las autoridades del lugar. Fue el mismísimo Agustín de Iturbide que ante la latente y peligrosa amenaza le envía una carta sumamente amistosa y conciliadora invitándolo a bajar al puerto y llevar todo el agua y alimentos que necesitaran.
Fue poco después de estos hechos que Cochrane decide enviar a dos de sus naves; la “Independencia” y el “Araucano” para que realizaran un recorrido hacia la parte más septentrional de los dominios españoles en busca de lugares donde aún se mantuvieran bajo el dominio español y se resistieran a jurar la independencia de su potestad. Estos barcos llegaron hasta lo que hoy se conoce como la ciudad de San José, California en Estados Unidos, que en ese entonces era territorio de México. Al llegar hasta ese punto geográfico conminaron a las autoridades que eran pro-españolas a que capitularan y juraran la adhesión a la Constitución de la naciente república Mexicana lo cual hicieron rápidamente.

En el mes de febrero de 1822, de regreso a reunirse con el resto de la escuadra naval que estaba esperándolos en Acapulco, el barco “Independencia” bajo las órdenes del Capitán Wilkinson, arriban a las costas de San José del Cabo. Al tener el puerto a la vista observaron que un barco que se encontraba atracado tenía izada la bandera española por lo que de inmediato se aprestaron a capturarlo. Se trataba del barco “San Fernando”, el cual era leal a la nación Mexicana, pero que según su capitán, se veían obligados a portar la bandera española ya que varias misiones con las que comerciaban aún eran leales a la corona española y no comerciarían con ellos si no usaban este distintivo. Esta respuesta no convenció a Wilkinson por lo que tomó prisionero al capitán de la nave y algunos de los marinos que ahí se encontraban. El resto del día, la tripulación del “Independencia” que en su mayoría estaba formada por Chilenos, se dedicó a saquear el puerto, cometiendo infinidad de vejaciones a la población y apropiándose arteramente de las pocas pertenencias de valor que tenía. Sin embargo al día siguiente, sin explicación alguna, Wilkinson ordena poner en libertad a los presos y regresar la mayor parte del botín logrado el día anterior. Durante su estancia en el lugar, Wilkinson trató de borrar la mala impresión lograda por el cruel trato que en un principio recibieron los josefinos, sin embargo la afrenta recibida rápidamente fue conocida en diferentes lugares del Territorio por lo que había una animadversión hacia los extranjeros. Fue durante esos días que se despachó a un piquete de 10 soldados chilenos al mando de 1 comandante inglés para que hundieran un barco que había hecho escala en Todos Santos, sin embargo al llegar al lugar y cumplir su misión de hundir el buque, los soldados cometieron una serie de arbitrariedades por lo que fueron brutalmente atacados por los pobladores al grado de dejar solo 2 de de ellos con vida y los enviaron presos al poblado de San Antonio.

Mientras tanto en San José del Cabo, el comandante de armas de la jurisdicción del Sur de la Antigua California, Fernando de la Toba, por temor a ser apresado o muerto por la gente de Wilkinson decide apresuradamente a jurar el Acta de Independencia de la Nación Mexicana, hecho que había aplazado por más de 2 años debido a la resistencia que sentía para separarse del dominio español. El día elegido fue el 25 de febrero de 1822 en donde la mencionada ceremonia se llevó a cabo con bombo y platillo para posteriormente llevar a cabo una verbena popular. Como muestra de reconciliación con el Capitán Wilkinson, la tripulación que se tenía en San Antonio fue puesta en libertad y regresada a manos de su jefe. Sin embargo el Capitán se sentía incómodo entre aquella gente que en cualquier momento podría atacarlos en un resurgimiento de rencores hacia ellos, por lo que envió a dos hombres de sus confianzas para que tomaran uno de los botes de su barco y buscaran por toda la costa al barco “Araucano” y así poder reintegrarse para partir cuanto antes de estas tierras.


Mientras tanto, el barco en mención, capitaneado por Roberto W. Simpson, después de que se separaron llegó frente a las costas del puerto de Loreto el 15 de febrero. En el mencionado lugar fue recibido por el encargado de la guarnición militar, José María Mata, el cual le dio la bienvenida  amablemente y les permitió que se surtieran de agua así como de carne de res (con la cual elaboraron una especie de cecina la cual es conocida en Chile como “charqui”). Mientras su gente se encontraba ocupada en estas faenas, el Capitán Simpson decidió viajar rumbo a la contracosta para avituallarse de harina y otros alimentos para realizar el viaje de regreso a Acapulco. Lamentablemente, al quedar sola la soldadesca sin la vigilancia de su superior, decidieron realizar actividades de piratería en el puerto saqueando no sólo la misión y los almacenes del lugar sino todas las casas del pueblo. Ante tales atrocidades y desmanes que se cometían, José María Mata organiza a su escasa tropa y algunos civiles e inicia un combate con los saqueadores. Durante días estuvieron combatiendo metro a metro el puerto pareciendo en ocasiones que la victoria estaba del lado de los lugareños. De regreso al Capitán Simpson se da cuenta de terrible situación, pero con tan mala suerte que al llegar a tierra, el contramaestre del “Araucano” decide amotinarse y robar la nave con la cual levó anclas y se retiró del lugar. Simpson desesperado decide tomar el bote con el cual había desembarcado y remonta los más de 169 millas náuticas que separan a Loreto de San José del Cabo para entrevistarse con su homólogo Wilkinson.

Sobra decir que el encuentro de ambos capitanes fue bastante amargo y es Wilkinson que sumamente furioso por saber que Simpson y su tripulación habían cometido tales desmanes y perdido el barco durante las acciones, que decide zarpar de inmediato con rumbo a Loreto a efecto de rescatar a los sobrevivientes. Al llegar al poblado todos los marineros habían caído presos de los soldados y habitantes del lugar, estando aprisionados dentro del edificio de la Misión. Wilkinson negocia la salida de su tripulación con José María Mata, a cambio de dejar absolutamente todos los objetos que fueron hurtados de la misión o de las personas del poblado. El Comandante provisional del Presido, José María Mata aprovecha el momento para jurar el Acta de Independencia en la Primer capital de las Californias el día 7 de marzo de 1822. En el acto estuvo presente y participó activamente el alcalde de Loreto, Juan Higuera.

El punto final de la odisea lo puso el comandante Wilkinson el a finales del mes de marzo partió rumbo a Guaymas para surtirse de alimentos antes de iniciar su regreso a los mares del sur y reencontrarse con la armada de Cochrane. Mientras eso sucedía el capitán Simpson y dos marinos mexicanos que formaban parte de la tripulación del “Araucano”, llegaron en una lancha al puerto de Loreto y se quedaron a esperar al regreso del “Independencia” para suplicarles los llevara con ellos en su retorno. Al llegar el barco mencionado el Capitán Wilkinson accedió a llevarse a Simpson, dejando abandonados a los dos marinos, los cuales posteriormente fueron remitidos a Guaymas y se cree que regresaron con sus familias en sus lugares de origen.

De esta mal lograda expedición de los barcos de la Armada del comandante Thomas Alexander Cochrane nos dejó 2 sucesos dignos de rememorarse: el primero y más importante fue la jura (en dos ocasiones y lugares diferentes) de la adhesión del Gobierno Peninsular a la recién formada República Mexicana. Y el segundo de ellos el nombre con el cual aún se conoce a la playa en San José del Cabo, en la cual desembarcaron los marinos que venían en el barco “Araucano”, la Playa “El chileno”.

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