EL PEZ “MUJER” ECONTRADO POR LOS JESUITAS EN CALIFORNIA





Autor: Sealtiel Enciso Pérez

Cuando los misioneros de la orden de los Jesuitas iniciaron sus incursiones por las tierras de la California en el siglo XVIII pudieron dar cuenta en sus numerosos escritos de una serie de lugares, animales y plantas que encontraron, lo cual nos sirve de referencia en la actualidad para conocer cómo estuvo constituida la península en esos años, pero también narran “descubrimientos” que se antojan parte de la imaginación y que tal vez se dejaron llevar por “la fantasía” que abundaba en aquellos años.

Para los estudiosos de la historia Californiana los documentos que fueron escritos por los Ignacianos que habitaron por años en estas tierras peninsulares son la fuente más confiable y exacta de datos sobre los sucesos que acontecieron en aquellos tiempos. Uno de estos misioneros de nombre Victoriano Arnés, el cual vivió por 4 años en la misión de San Francisco de Borja Adac como asistente del padre Linck, dejó el siguiente testimonio: "El pez mulier tenía la figura de una mujer de medio cuerpo arriba; y de pescado común, de medio cuerpo abajo. Como lo hallamos seco y aplastado como un bacalao, no se pudo hacer mucha anatomía. No obstante, aparecía la cara, cuello, hombros y pecho blanco, como si llevara una cotilla, y tuviera descubiertos los pechos; aunque no me acuerdo si se distinguían los pezones. Lo demás estaba cubierto de escamas, y remataba en cola como otros peces. Su grandor sería de dos palmos, y a proporción de ancho, a semejanza del bacalao. No se descubrían brazos ni cabello. Le hallamos en la playa en diámetro opuesto a mi misión de Santa María, en el mar del sur, en una ensenada que se forma al fin del arroyo llamado Catabiñá".

También el jesuita Miguel del Barco supo de la existencia de este extraño pez al cual denominó como “pez mulier o nereides” el cual le causó una gran impresión no sólo cuando escuchó hablar de él por parte del sacerdote Ignacio Tirsch sino que lo pudo apreciar a través de un dibujo sumamente claro y evocador que el mencionado sacerdote realizó durante su estancia en las misiones Australes de la California. En su libro “Historia natural y crónica de la antigua California”, el padre Del Barco menciona en reiteradas ocasiones que no es de su predilección tratar sobre los animales del mar, sin embargo al tener conocimiento de este extrañísimo “animal” se despertó su curiosidad.

El Sacerdote Del Barco describe al también padre Tirsch como aficionado a la observación de la naturaleza. Escribió que había preparado un cuaderno con cerca de 50 ilustraciones en donde había pintado a la naturaleza y a algunos de los habitantes de las Californias realizando sus actividades cotidianas. Como una acotación mencionaré que el citado cuaderno del sacerdote Ignacio Tirsch, consta de 46 ilustraciones y se encuentran resguardadas en la Biblioteca Estatal de Praga. Ahora bien, cómo fue que el dibujo del pez mulier fue a parar a las manos del sacerdote Del Barco. Esta pregunta se intenta responder con la siguiente hipótesis: Cuando el sacerdote Tirsch salió expulsado de la península y la Nueva España, llegó prisionero a España. Durante su salida es muy probable que escondiera estas pinturas entre sus ropas, con grave peligro de ser apresado y castigado ya que en la orden de expulsión se dejaba bien claro que los Jesuitas no podían llevar ningún documento que no fuera algún libro de la liturgia católica y previamente autorizado por sus captores. Una vez que llegaron a España y fueron recluidos en cautiverio, pudo ser en ese momento que el sacerdote Tirsch mostró el dibujo del “Pez Mulier” a Del Barco e incluso regalarle una copia del mismo.


En el libro escrito por Del Barco menciona la siguiente descripción de esta extraña creatura: "Los ojos muy blancos, el cuello y pechos blancos, la cola a modo de arco, boca y nariz chicas. El grandor, según me acuerdo, era más que de dos cuartas, pero esto se salva pues hay de todas edades".

En los relatos escritos posteriormente, cuando llegaron científicos, personas de aguda inteligencia y capacidad de observación, no se ha vuelto a hacer referencia a este “pez mulier”, por lo que es muy probable que sólo haya sido la imaginación demasiada exaltada de estos sacerdotes, hijos todos de una época en que las serpientes marinas, los grifos y el ave fénix eran tan reales, para ellos, como el sol que les amanecía cada día.

Bibliografía:

“Historia natural y crónica de la antigua California” – Miguel del Barco

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