Autor: Sealtiel Enciso Pérez
Con suma tristeza nos enteramos
del terrible deceso, para el mundo de los mortales, del gran filósofo e
historiador mexicano Miguel León Portilla, acaecido este 1º. De Octubre del año
en curso. Sin embargo, para consuelo de aquellos que seguimos su obra desde
hace muchos años, abrigamos sus hermosas palabras: “Con el paso del tiempo me he reconciliado con la muerte. A lo mejor
vivo 92, a lo mejor 100, no sé; pero ahora ya no tengo ningún miedo, porque he
procurado trabajar hasta donde he podido” (Entrevista periódico Excélsior.
2016). Y así fue, el Dr. León Portilla fue un incansable escritor que nos legó
una obra de por lo menos 16 libros, un sinfín de artículos, prólogos de
muchísimos libros más así como Instituciones de Investigación Histórica que
fundó como fueron El Archivo histórico “Pablo L. Martínez” de Baja California
Sur (1969) y el Centro de Investigaciones Históricas (UNAM-UABC) en Tijuana,
B.C. en el año de 1975.
León Portilla narra en uno de sus
escritos el influjo casi hipnótico que tuvo desde su más tierna edad por la
California ancestral. Contaba él mismo que cuando estudiaba en el “Colegio
México” en la Ciudad de México, “una
profesora les habló durante la clase de historia de una California que había
pertenecido a México pero que formaba parte de los Estados Unidos. Yo levanté
la mano para decir que creía que era de México; ella contestó: “[Y]a te dije
que toda California es de Estados Unidos, pues nos la quitaron en la guerra”.
Insistí que formaba parte de nuestro país y entonces me sacó de la clase por
rebelde. Cuando llegué a mi casa le pedí un mapa a mi padre y juntos
confirmamos que pertenecía a México, pero ya no se lo dije a la maestra porque
pensé que no sólo me iba a expulsar de la clase sino también de la escuela”.
Como podemos darnos cuenta en esta anécdota tan interesante en la vida del Dr.
Portilla, él desde pequeño, contaría con 9 o 10 años de edad, tenía un carácter
sumamente curioso aunado a una actitud firme, en donde defendía su punto de
vista aunque en ello le fueran castigos o regaños.
Conforme nuestro personaje fue
creciendo no sólo en edad sino en conocimientos cursó estudios en diferentes
instituciones tanto de México como del Extranjero. Se nos menciona que en el
año de 1943 y 1944 cursó el bachillerato en ciencias Sociales en un Instituto
de Ciencias regido por Jesuitas en donde interioriza no sólo las virtudes que
ellos profesan sino también su deseo por profundizar en las ciencias y las
artes, y porque no, en las hazañas que cientos de años atrás llevaron a cabo
ilustres miembros de esta Orden como fueron Salvatierra, Kino, Ugarte, Baegert,
Venegas, Clavijero, etc.
León Portilla fue de los pocos
historiadores de las tradiciones de los grupos indígenas del centro y sureste
del país que hablaba perfectamente en Náhuatl. La razón de ello fue producto
del encuentro con uno de los grandes estudiosos de los textos precolombinos, el
Sacerdote Angel María Garibay. Se dice que el encuentro de estos dos hombres se
dio de la siguiente manera: “(Garibay) Cuando,
enviado por la Universidad se me presentó a preguntar si me hallaba en
disposición de dirigir su tesis sobre la filosofía náhuatl con que tenía la
pretensión de hacer el doctorado, yo le hice esta pregunta: “Conoce usted la
lengua mexicana de los antiguos”. (León Portilla) No, fue la respuesta. (Garibay)
Amigo mío —le dije—, bien me sé que hay quien habla de la filosofía platónica,
sin saber dos palabras del griego, y de la filosofía kantiana, sin conocer el
alemán. Pero la seriedad de un doctorado pide algo muy distinto. Tiene usted
que saber náhuatl. De otra manera, o niega lo que no conoce, o hará una
preciosa novela de fantasías, como hacen muchos más, a base de datos
incoherentes y vagos. Convino en que era necesario conocer, y con suficiente
profundidad, la lengua y los documentos sin número que la diligencia de los
primeros civilizadores nos acumuló”. En menos de 6 meses, contando con el
apoyo de tan célebre erudito, Miguel León Portilla aprendió el Náhuatl.
Fue en el año de 1956 que egresa
de la UNAM con el doctorado en filosofía, con especialización en historia
prehispánica. En su examen de grado obtuvo la mención de Summa cum Laude, algo
inédito en aquellos años. El regreso formal al romance del Dr. Portilla con la
Antigua California se dio con la llegada a nuestra entidad del Lic. Hugo
Cervantes del Río como gobernador del territorio (1965-1970), se empezaron a
realizar una gran cantidad de obras de interés público para tratar de resolver
el gran atraso que existía en la entidad en este aspecto. Fue para el año de
1968 que acude a nuestro territorio el emérito investigador León-Portilla
acompañado de su esposa Ascensión Hernández Triviño, para dar una serie de
conferencias ante la comunidad de historiadores. Durante su estancia, el
historiador León-Portilla empieza a indagar con las personas del gobierno
territorial sobre la existencia de algún archivo o los documentos que se
tuvieran sobre la historia de nuestra península. La tarea de buscar estos
documentos le tocó al profesor Armando Trasviña Taylor, en ese entonces
director de Acción Social y Cultural del gobierno del Territorio. Las pesquisas
dieron resultado y se tuvo conocimiento que en un cuarto del piso superior de
lo que era la cárcel municipal y delegación (el Sobarzo) se encontraban almacenados
todos esos documentos. De inmediato se dieron a la tarea de rescatarlos y
clasificarlos para iniciar con lo que fueran las bases del Archivo Histórico
del Gobierno del Territorio. Fue una labor titánica ya que los documentos
estaban amontonados sin el menor cuidado, muchos de ellos deteriorados por el
paso del tiempo y la nula protección ante los fenómenos atmosféricos, el polvo
y la fauna nociva. Gracias a la paciencia y trabajo del profesor Trasviña
Taylor y el Sr. León-Portilla, los documentos quedaron debidamente resguardados
y fue el 9 de mayo del 1969 en que el gobernador Cervantes del Río realizó la
ceremonia en la que se da formal existencia a este recinto de la historia.
Posteriormente, en el año de 1971
trabaja y edita 3 documentos que dan origen a su obra “Testimonios
sudcalifornianos”, el cual es un libro en donde su pasión por la California
Mexicana comienza a dar frutos. A este libro le siguieron “Historia de la
Antigua o Baja California” que fue una traducción del libro que cientos de años
atrás realizara Francisco Javier Clavijero, el mismo Dr. Portilla hizo el
prólogo así como interesantes anotaciones para un mejor entendimiento y
análisis de esta obra. Los días 6, 13, 20 y 27 de julio de 1972 —siempre en El
Colegio Nacional— ofrece varias charlas en torno a la etnohistoria de Baja
California: “El testimonio de sus pinturas rupestres”, “Contactos con los
nativos californianos durante los siglos XVI y XVII”, “La aculturación
misionera” y “Acabamiento de la población nativa”. En Corona del Mar,
California, el 5 de mayo ofrece la disertación “The Contribution of Miguel del
Barco (1706-1790) to the History of Baja California”.
Algo digno de reconocerse es que
León Portilla no fue sólo un historiador de escritorio, también fue de campo.
En el año de 1973 viaja desde la ciudad de Tijuana hasta San José del Cabo,
recorriendo la distancia de 1200 kilómetros en donde ofrece animadas charlas y
conferencias acaecidas los días 25, 27, 30 y 31 de mayo: “Loreto, capital
histórica de las Californias”, Loreto; “Penetración al norte peninsular durante
el siglo XVIII”, Misión de San Ignacio Kadakaamán; “Los indígenas de
Sudcalifornia en la región del Cabo”, San José del Cabo; “Sudcalifornia en la
tradición marítima de México”, en La Paz. Regresa a la Ciudad de México a
continuar con su intenso trabajo de conferencista y redactor de libros y,
vuelve a nuestra península los días 23 y 25 de octubre, en la Sala de
Convenciones de la Cámara Nacional de Comercio y bajo los auspicios del Club
Rotario de Tijuana, diserta sobre “El antiguo mundo indígena de Baja
California” y “Las grandes exploraciones de Baja California durante el periodo
colonial”. Ese mismo año ve la luz una traducción del libro “Historia natural y
crónica de la antigua California”, obra inédita del jesuita Miguel del Barco,
escrita por él durante su exilio en Bolonia. También publica el artículo
“Voyages of Francisco of Ortega”.
Un aspecto interesante y que
hubiera tenido grandes repercusiones en la Historia sudcaliforniana ocurrió en
el año de 1974. Suceso que por la trascendencia debería ser rescatado y
conocido por todos los habitantes de estas tierras y por sólo este hecho
debería el nombre de Miguel León Portilla estar en la mente de sus habitantes.
En ese año el presidente de la república, Luis Echeverría Álvarez, estaba
realizando consultas entre los legisladores federales para cambiar el nombre de
“Baja California Sur” por el de “Benito Juárez” o “California de Juárez”,
seguramente motivado porque 2 años antes se había conmemorado 100 años del
fallecimiento del Benemérito de las Américas. Al enterarse de esta pretensión,
nuestro ilustre investigador realizó una acalorada defensa de nombre de nuestra
península e incluso propuso que si éste irremediablemente debía de modificarse,
que al menos tomara el nombre de “Sudcalifornia”: “Hablar de sudcalifornia y
llamarse sudcalifornianos es hacer rescate de un pasado con rica historia. Por
otra parte “sudcalifornia” es vocablo correcto en castellano”.
En
el año de 1974 regresa a Baja California para disertar en La Paz, el 28 de
abril y el 2 de mayo, sobre “La antigua california a mediados del siglo XVIII”
y la “Significación de Baja California en la historia de México”. También a
finales de ese año realiza una colaboración en el libro “Historia de Baja
California”, así como la introducción y notas de “Descripción y toponimia
indígena de California”. El 5 de febrero del año siguiente dicta su primera
conferencia del año en el Museo Nacional de Antropología e Historia: “Baja
California: su significado en el pasado y en el presente de México”. El 25 de
julio, con la anuencia de los rectores Guillermo Soberón de la UNAM y Luis
López Moctezuma de la UABC, se firma el convenio para crear el Centro de
Investigaciones Históricas UNAM-UABC, la firma tiene lugar en el Observatorio
Astronómico de San Pedro Mártir, a 3,100 metros sobre el nivel del mar.
Lamentablemente el revanchismo y la visión miope de un grupo de historiadores
aficionados y cronistas locales provocaron un gran conflicto que desembocó en
el incendio parte de las instalaciones de este importante Centro.
A
finales del año de 1979 participa en el prólogo de la interesante obra “El
régimen jesuítico de Baja California” de Ignacio del Río, uno de sus grandes
discípulos. De vuelta al noroeste de México, pronuncia tres conferencias en la
ciudad de La Paz: “Historiografía acerca de los grupos indígenas prehispánicos
de Baja California”, día 6 de noviembre de 1981; “La antigua California
prehispánica”, día 8 y “Fuentes para la historia de Baja California Sur”, el
día 13. En 1982 participa en la Ier. Semana de Información Histórica de Baja
California, de la cual se publica la Memoria. El 2 de mayo de 1983 en La Paz,
pronuncia en el Museo Antropológico, su disertación “Las lenguas indígenas de
Baja California”. El amor por nuestra media península siempre lo llevaba con
él, es por ello que el 28 de agosto, en la sala Lerdo de Tejada del Senado de
la República, charla sobre la “Significación de Baja California Sur en las
historias nacional y universal”. Es en el año de 1985 que publica su libro
“Hernán Cortés y la Mar del Sur”, un texto de lectura obligada para quienes
deseamos conocer ampliamente la influencia de este explorador español en la
California. En abril de 1986, los días 21, 22 y 28 viaja a la Universidad, en
la Casa de Cultura de La Paz y en el Auditorio de la Casa de la Juventud ofrece
sendas conferencias: “Exploradores jesuitas de la península de Baja
California”, “Temas y problemas de la historia de Baja California” y
“Trayectoria Cultural de Sud California”.
En octubre de 1994 viaja a nuestra
media península para coordinar en San Ignacio Kadakaamán, la reunión sobre
protección de las pinturas rupestres de Baja California, organizada por el
INAH. El día 24 de marzo de 1995 —a instancias de la UABC— pronuncia en
Ensenada la charla “Mi interés y mis libros acerca de Baja California”. En una
muestra más del delicado afecto profesado a la historia de la antigua
California, él y su esposa donan al Instituto de Investigaciones Históricas de
la UABC su valiosa colección “California Mexicana”, acopio de más de 1,600
documentos —entre libros, revistas, folletos, sobretiros, mapas y planos de la
península— construido en treinta años de búsquedas y pesquisas en librerías
especializadas y estanquillos de libros de viejo, durante sus múltiples viajes
por México y el mundo. Los bajacalifornianos expresaron su agradecimiento:
“Estamos ciertos de que la historia de nuestra California es lo que es, gracias
a aquel niño que se negó a creer que nuestra península… no era mexicana” (Aidé
Grijalva. “La generosa donación incluyó joyas bibliográficas de los siglos
XVIII y XIX y un mapa californiano original de 1824”).
León Portilla continuó haciendo
viajes hacia esta península, principalmente a Tijuana y Mexicali donde dictó
varias conferencias, sin embargo dada su avanzada edad, cada vez sus viajes
eran más esporádicos y prefería dedicar sus fuerzas a la elaboración de nuevos
libros o artículos de divulgación del mundo prehispánico. Afortunadamente en el
año de 2016 tuvimos la fortuna de que accediera a acudir a nuestra ciudad de La
Paz, a la capital de la tierra de sus amores, para recibir dos grandes
reconocimientos de manos de las autoridades representativas de los
sudcalifornianos: El Doctorado Honoris Causa que le confería la UABCS, el
primero que da en su historia, y un Homenaje por parte de los tres poderes del
Gobierno del Estado el cual se realizó en la sala de Sesiones “José María
Morelos y Pavón” del Congreso del Estado. El mencionado evento estaba
programado para llevarse a cabo el 3 de mayo de 2016 pero tuvo que posponerse
hasta el 25 de octubre.
Hombres como Miguel León Portilla
no mueren puesto que su vida ejemplar y sus obras quedan de forma perene en la
historia de un pueblo. Mientras hayamos sudcalifornianos que releamos sus
libros, sus artículos, que los transmitamos a nuestros hijos e hijas pero sobre
todo que hagamos honor a su ejemplo y a su vida, el Doctor Miguel León Portilla
seguirá vivo, aquí, con nosotros.
Bibliografía:
“Un nombre para el nuevo estado:
Sudcalifornia” – Miguel León Portilla.
“Miguel León-Portilla. Apuntes
para su biografía. 1956 – 2012”. Cruz Alberto González.
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