Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En la actualidad cuando uno recorre
la carretera transpeninsular que une los principales puntos de esta California
del Sur, se llena de tedio y cansancio al contemplar cientos y cientos de
kilómetros de desierto desde la comodidad de un automóvil o un camión de
pasajeros. Sin embargo ubiquémonos 300 años atrás, 1720, en la época misional,
en donde llegar a este punto de la geografía Californiana, La Paz, era poco
menos que retar a la muerte debido a que después de la Misión de San Juan
Malibat o Ligüí no existía un punto tocado aún por un asentamiento permanente
colonial. Es aquí donde surge la leyenda del sacerdote Clemente Guillén quien
hizo esta travesía por inhóspitos parajes y constantes amenazas de muerte a
manos de los Guaycuras.
Hacía 3 años que había muerto el
Apóstol de las Californias, el Sacerdote Jesuita Juan María de Salvatierra, un
año antes de que esto ocurriera (1716), Salvatierra había intentado de forma
infructuosa el llegar al puerto nombrado por Vizcaíno como La Paz. Lo difícil
del terreno pero sobre todo el carácter uraño y agresivo de los Guaycuras hizo
imposible su llegada y tuvo que regresarse con grave riesgo de un levantamiento
de estos californios en contra de él y la gente que lo acompañó en la
expedición. El explorar el territorio austral de la California se había
convertido, de nuevo, en una petición importante de las autoridades españolas a
través de las epístolas que enviaba el Virrey Don Baltasar de Zuñiga y Guzmán,
duque de Arión, marqués de Valero. El motivo de ello era el encontrar y
colonizar un punto en estas latitudes que sirviera para dar refresco a los
pasajeros y tripulantes del Galeón de Manila, los cuales llegaban a este punto
sumamente cansados y enfermos.
Fue entonces que se decidió que los
sacerdotes Jaime Bravo y Juan de Ugarte realizaran una incursión por mar,
utilizando para ello la Balandra “El Triunfo de la Santa Cruz”, el primer navío
construido totalmente en la California, hasta llegar al puerto de La Paz. Sin
embargo esto no era suficiente, se necesitaba que otro sacerdote realizara el
viaje por tierra para encontrar una ruta por la cual pudieran llevarse el
bastimento y la gente necesaria para dar apoyo a la futura Misión que se
estableciera. En ese tiempo los barcos eran sumamente frágiles además de que
quedaban a merced del clima por lo que depender únicamente del apoyo por mar
era sumamente arriesgado y nada prudente. El sacerdote ideal para realizar esta
labor era Clemente Guillén. La razón de ello era que Guillén había realizado un
recorrido desde Loreto hasta alcanzar Bahía Magdalena en el año de 1719, lo
cual fue un hecho sumamente importante porque conoció por lo menos el cincuenta
por ciento del camino para llegar a la ensenada de La Paz además de que dejó
hechas amistades con algunas ranchería que habitaban en esos sitios lo cual le
resultó muy ventajoso.
Clemente Guillén nació en la ciudad
de Zacatecas en el año de 1677. A los 29 años fue ordenado sacerdote en la
ciudad de Oaxaca y, hasta el año de 1713 fue profesor en el colegio jesuítico
de ese lugar. En el año de 1714 llega a la California y fue destinado a la
misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí. Realizó diversas expediciones de
exploración de la California entre las que destaca la de Loreto a Bahía
Magdalena, San Juan Bautista Malibat a La Paz y La Paz a Cabo de San Lucas. En
el año de 1721 funda la Misión de Nuestra Señora de los Dolores y se traslada a
esta una vez que se tuvo que cerrar la de San Juan Bautista Malibat o Ligüí por
falta de naturales. En el año de 1732 fue nombrado visitador de las Misiones de
California. En el año de 1746 se retira a Loreto ya viejo y cansado en donde
fallece en 1748 a los 71 años de edad.
El inicio de la expedición de Guillén
fue el 11 de noviembre de 1720, diez días después de que partieran por mar los
sacerdotes Ugarte y Bravo. Las grandes penurias y dificultades que tuvo durante
su viaje se debieron a que escogió el camino más escarpado para llegar a La Paz
el cual es el que se encuentra en la parte occidental de la Sierra de La
Giganta, adyacente al Golfo de California. Toda esta parte de la sierra es un
terreno de gran dificultad y en la actualidad pocas personas se atreven a
transitar por él y menos arriando un ato de mulas y en ellas una buena carga de
bastimento para el trayecto. El sacerdote Guillén comenta que todo eran cuestas
y mal camino, playas pedregosas y cerros sumamente empinados en donde era común
que resbalara la carga y las mulas se desbarrancaran. Durante las largas
jornadas siempre encontraron agua pero en la mayoría de los lugares era salobre
y muy mala para tomar, tanto que incluso ni los mismos animales la querían probar. Fue común durante estas
jornadas que se avanzara unas leguas (una legua igual a 4828 metros) y se
tuviera que retroceder todo ese trecho debido a que se topaba con barrancos o
montañas encumbradas. En varias ocasiones el sacerdote Guillén reporta que los
californios que llevaron de Loreto para que les sirvieran de guía huían a la
menor oportunidad espantados por un lado por las penurias de hambre, sed y
cansancio pero por otro por el miedo que les inspiraban los Guaycuras los
cuales constantemente los asediaban en el trayecto.
El día 28 de noviembre, cansado todos
de tantos contratiempos, sin agua y con muy poco bastimento, hicieron una junta
en donde decidirían el destino de la expedición. Después de múltiples
deliberaciones decidieron proseguir hasta el punto donde ya les fuera imposible
avanzar y que en ese momento regresarían a Loreto alimentándose de la carne de
la caballada y de los mezcales que pudieran conseguir en el camino.
Afortunadamente a poco de andar unas 12 leguas encontraron una salida de esta
sierra y dieron con terreno llano en donde a poco encontraron unas pozas de
agua con las cuales satisfacer la sed que ya los venía extenuando. Fue entonces
cuando los pocos Californios que los acompañaban decidieron abandonarlos
aprovechando un descuido. Es interesante leer cómo los soldados que acompañaban
a Guillén eran diestros para realizar el famoso “batequi” en los causes de
arroyos. “Hacer batequi” es una frase que aún emplean algunos rancheros
sudcalifornianos en la actualidad y se refiere a los pozos que hacen en los
cauces de arroyo, en la búsqueda del agua superficial que ha quedado después de
las lluvias. Muchos rancheros aseguran que en los cauces de arroyo donde
abundan los árboles de mezquite, es casi seguro que hay agua a poca
profundidad. Estos conocimientos fueron los que los mantuvieron con vida en más
de una ocasión en esta travesía. Para el día 4 de diciembre llegaron a un sitio
donde descubrieron un arroyo muy pequeño pero con agua suficiente para calmar
su sed, además en sus orillas crecía bastante zacate el cual ayudó en mucho a
sosegar el hambre que tenía la caballada. El día siguiente llegaron a una parte
de la sierra de la Giganta que cae al mar y pudieron seguir su camino hasta
donde unos “cantiles” (acantilados) se lo impidieron sin embargo era tanta su
desesperación que decidieron sortear este obstáculo con la firme creencia que
tras de él se encontraría el “seno califórnico”, esto es, la Bahía de La
Paz. El trasponer estos acantilados no
fue tarea fácil y mucho menos empujando o jalando a las mulas las cuales
estaban cansadas al igual que los exhaustos soldados.
Finalmente el día viernes 6 de diciembre
de 1720 llegaron a la parte occidental de la bahía de La Paz, probablemente
donde hoy es el poblado de El Centenario y, desde ahí divisaron la balandra que
ya había llegado desde más de 33 días antes a este sitio (3 de noviembre).
Hicieron señas y gran gritería para que los vieran sus compañeros y unas horas
después pasaron en la balandra a todos los expedicionarios y una parte de la
caballada, la demás la pasaron el día siguiente, para reunirse en el punto
final.
El padre Clemente Guillén permaneció
en La Paz hasta el día 10 de enero 1721 en
que emprende el regreso a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí sin
embargo lo realiza por un camino diferente. Durante los días que permaneció en
La Paz despachó a un grupo de soldados los cuales buscaron un camino menos
penoso que el que habían tomado para trasponer la Sierra y encontraron uno por
el lado de a Mar del Sur (este camino es el que siguió para su trazo la
carretera Transpeninsular) el cual era menos dificultoso y por lo mismo
garantizaba un retorno más rápido. Si bien es cierto que durante la marcha de
regreso no enfrentaron los obstáculos de la orografía que se les habían
presentando anteriormente, aquí los peligros estuvieron con los californios de
la ranchería de Jesús Remeraquí los cuales se mostraron hostiles con ellos en
todo momento creando una atmósfera muy tensa en buena parte del camino con
riesgo inminente de sufrir un ataque. En uno de los encuentros con estos
Guaycuras escucharon que les gritaban algunas frases que los soldados y el
padre Guillén no entendieron, pasadas unas horas los intérpretes que llevaban
con ellos les dijeron que les decían insultos buscando que se enojaran y se
fueran a las armas. Algunos de estos insultos eran “¿Por qué no tienen arcos
esos advenedizos? “Quizás son mujeres”, “estos tienen miedo, si tienen miedo,
¿Para qué vienen a nuestras tierras?”. Afortunadamente los llamados a la calma
y a ser pacientes por parte del Padre Guillén a los soldados, a que los
Guaycuras no se decidieron a lanzarse sobre los expedicionarios y a que el
martes 21 de enero llegaron a la ranchería de Santa Cruz Udaré en donde el
cacique era amigo del padre Clemente, pudieron desanimar cualquier ataque hacia
ellos. Incluso el cacique amigo les llamó fuertemente la atención a los
Guaycuras belicosos reprochándoles la forma tan vil en que habían tratado a sus
amigos. Finalmente el jueves 23 de enero el sacerdote Clemente Guillén llegó a
su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí y poco después los soldados que
le acompañaron al Real Presidio de Loreto.
Durante el trayecto del padre Guillén
en su expedición logró bautizar algunos sitios de los cuales en algunos casos
el nombre aún persiste y en otros fue sustituido. Algunos ejemplos son: San
Juan Bautista Malibat (Ligüí), Catechiguajá (?), Pucá (Agua Verde), Santa Daría
Acuré (Santa Marta), San Carlos Aripaquí (San Carlos), San Gregorio Asembabichi
(Tembabichi), Santa Isabel Cahué (arroyo de Montalvá), San Félix Acuí (arroyo Punta Blanca), A paté
(Los Dolores), Nuestra Señora de los Dolores (Los Dolores), Sierra del Tesoro (cuesta de los Burros), La
Presentación de Devá (Kakiwi), San Martín Quaquihué (Kakiwi), San Eugenio lchudairí (llano Mezquitito),
Santa Cecilia Caembehué (arroyo San Francisco), Santa Felícitas (arroyo San
Francisco), San Chrysogono Arecú (rancho El Potrero), Santa Catalina de los
Miradores (arroyo La Soledad), Los Desposorios de Nuestra Señora (arroyo Santa
Rita del Coyote), San Andrés del Paredón
(rancho El Caracol), San Saturnino del Pedernal (El Pilar), etc.
De lo acontecido en este viaje
tenemos la suerte de que se haya consignado por el sacerdote Clemente en un
diario el cual tituló: “Expedición por tierra desde la misión de San Juan
Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre
Clemente Guillén”. El mencionado documento se conserva en la Biblioteca
Nacional de México, archivo franciscano, caja 3, documento 49 .1 y se ha
impreso en varias ocasiones tanto en español como en inglés.
El difundir las exploraciones de
estos Misioneros, más allá de caracterizarlos en ese instinto maniqueo tan
humano de lo bueno y lo malo, nos permite conocer más sobre la Antigua
California y sus habitantes desde diversas perspectivas que van de lo
antropológico, lo biótico, lo botánico, etnográfico, etc. Es grande la tarea de
los historiadores aún ya que esta es la punta del iceberg de la gran historia
de esta tierra.
Bibliografía:
Diario “Expedición por tierra desde
la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año
1720, por el padre Clemente Guillén”.
La Primera Entrada. Descubrimiento
Del Interior De La Antigua California - Carlos Lazcano Sahagún.
“Tres Hombres Ilustres De
Sudcalifornia, Jaime Bravo, Manuel Márquez de León y Agustín Arriola Martínez”
– del Prof. Leonardo Reyes Silva
“La Paz, ciudad y puerto mexicano:
Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos” del Prof. Gilberto Ibarra
Rivera
Efemérides Sudcalifornianas - del
Prof. Eligio Moisés Coronado
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