Imagen alusiva a las primeras explotaciones mineras de California
Autor Sealtiel Enciso Pérez
Se ha escrito sobre la forma en que Manuel de Ocio (su apellido ha sido escrito de diferente forma en documentos de la época Ozio y Osio), logró adquirir una gran fortuna a través de la pesca de perlas en el norte de la California. Ahora trataremos brevemente su incursión en el campo de la minería así como el establecimiento de ranchos en los cuales logró una gran producción ganadera con lo cual incrementó en mucho su capital.
Una vez que la pesca de perlas hubo decrecido, decide vender sus navíos e incursionar en un sitio al sur de la california y en el cual le había comentado su suegro, Esteban Rodríguez Lorenzo, que había grandes probabilidades de que hubiera ricas vetas de plata. Es así como viaja a este sitio en donde habitaba una rama de pericúes conocidos como Huchitíes. A este sitio lo llama el Real de Santa Ana, siendo el primer poblado no dominado por los religiosos en toda la California.
En este sitio fundo las minas de San Antonio y El Triunfo así como otras más. Trajo para laborar en este sitio a indios y mestizos del interior de la Nueva España ya que los jesuitas prohibieron a los indios que vivían en sus Misiones que se relacionaran con la gente de estos sitios y mucho menos se contrataran para trabajar con ellos. Con el paso del tiempo y debido al carácter emprendedor de de Ocio logró obtener grandes cantidades de Plata las cuales exportaba a través de un pequeño muelle que estableció en el poblado que hoy se denomina El Sargento y desde cuya rivera enviaba su preciada carga a los puestos de San Blas y Matanchel.
Para poder dar alimentación a sus trabajadores en las minas decide importar ganado a estos sitios y empieza a criarlo. Fue tan pródigo el clima y la vegetación de estos sitios que se dice llegó a herrar cada año hasta 400 animales que nacían. Con lo anterior podemos atisbar un poco de las grandes sumas de dinero de las que se hacía este español.
Sus grandes enemigos siempre fueron los sacerdotes jesuitas, los cuales le guardaban gran tirria debido a que no se sujetaba a sus mandatos. En ocasiones sus trabajadores acudían a las tiendas de las Misiones a pedir que les vendieran alimentos o ropa pero pocas veces se accedía ya que con esta negativa los sacerdotes pretendían que los mineros se desilusionaran y abandonaran su trabajo en estos sitios. El sacerdote Juan Jacobo Baegert escribió lo siguiente de la vida en Santa Ana y la personalidad de De Ocio:
"...andaluz de origen, de profesión herrero y soldado de California después, es cierto que tenía algún dinero, porque hace pocos años que le compró en Guadalajara a su hijo y único heredero, una mujer, al precio de 20,000 florines (10,000 pesos) ; pero no debe tanto su riqueza a la explotación de su mineral como a la pesca de perlas (que practica desde hace más de so años y que le ha dejado algún provecho), a su carnicería, a su comercio, y finalmente, a su increíble tacañería. El es el único que vende a sus compañeros y a los trabajadores de ellos, no sólo carne, sino también todas las telas y mantas, tabacos y trapos viejos con que se visten ellos y sus familiares, y con que paga a sus peones. Sólo él tiene los fondos necesarios para comprar tales mercancías en Guadalajara, y, además tiene ese dinero porque fue el primero que tomó posesión del extenso distrito en donde ahora andan sus vacas".
Bibliografía:
Historia de Baja California - Pablo L. Martínez Márquez
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